domingo, julio 31, 2005

Millones de Lance Armstrogs


allmarketing challenge one hundred articles’ 2005 number 86.
DOMINGO.- Pocas veces se tiene la oportunidad de vivir hechos sobresalientes. Como dicen, vida sólo hay una y hay que vivirla. Pero aunque los hechos sobresalientes casi nunca tienen que ver con lo que puede hacer uno, debemos tener la capacidad para sentarnos, observar y reconocer el valor de las acciones de las otras personas.

Y es lo que no ocurre a los mexicanos. No sabemos disfrutar, observar y mucho menos reconocer el éxito de otras personas. Es ya cultural. Los mexicanos somos así, temerosos, tímidos, tenemos como Hugo Sánchez dice: el síndrome del cangrejo.
Recientemente Lance Armstrong ganó por séptima ocasión el Tour de Francia. Una de las pruebas más extenuantes del mundo del deporte, pero si ganar siete veces consecutiva lo hace sorprendente, para agregarle más sorpresa al hecho es que él inició compitiendo teniendo cáncer en los testículos. Sorprendente.

Pero ¿qué lo hace ser extraordinario?…¿por qué no podemos tener un Lance Armstrong mexicano? Mucho tiene que ver la cultura en la cual los individuos se desarrollan. Esta cultura hace forjar gente ganadora y – perdón si a alguien ofendo – gente perdedora.

Gente que nace para ganar. Y gente que nace para ser perdedores. Lance es una de las personas más extraordinarias del mundo, y su éxito no hubiera sido posible si – imagínate – alguien lo hubiera desalentado, si alguien le hubiera dicho: es lo que Dios quiere… No podemos hacer nada… ya confórmate… Lance, ¿para qué sirve eso? Descansa.

Lo más importante para hacer a una persona ganadora, depende de dos cosas, una de ellas es la confianza que puedes depositar en ella. Y la segunda, el apoyo que le puedes brindar a esa persona para que logre lo que se proponga. Los mexicanos no damos ni el 50% de una de las dos cosas anteriores. Primero, somos desconfiados, no confiamos en la gente, y por tal eso nos hace no poder hacer cosas en equipo, como el fútbol, por ejemplo o cualquier otro deporte en equipo, no somos pésimos, simplemente no lo hacemos.

Y la otra, dar apoyo. No lo hacemos. Somos la clase de personas egocéntricas que pensamos que todo debe sentarse en lo que hacemos y decimos, no apoyamos el éxito de las demás personas, ¿por qué hacerlo? ¿por qué darle crédito a él? ¿por qué dejar que destaque? Y eso lo podemos ver en todas las empresas, profesiones, asociaciones, política, sociedad, gobierno y colonias.

El jefe que prefiere apoyar a su empleado mediano, en lugar de impulsar al que brilla, ese que brilla no lo dejará ir, porque es quien le resuelve gran parte del trabajo, pero no dejará que sobresalga de todos los demás. El padre que no dejará que su hijo tenga una universidad, para que no sea más que el padre. El director que no permitirá que su mejor maestro haga clases fuera de los programas de estudio, no importa si valga la pena. El creativo que se dedicará a hacer sólo lo que dice el Cliente, y no propondrá hacer algo más grande, aunque eso pueda cambiar – inclusive – toda la industria.

Es por ello que necesitamos más Lance Armstrogs entre nosotros, necesitamos que toda esa gente brillante, inteligente, capaz, se esfuercen más que nunca, este país necesita un cambio cultural urgente, necesitamos millones de Lance Armstrogs, porque entre más seamos, será más difícil que nos puedan ocultar.

La vida es en sí un experimento...
Mauricio Martínez R
mau_76@hotmail.com

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