domingo, junio 26, 2005

La Novela, Eugenia, ¿qué haces tú aquí?

DOMINGO.- A todos los lectores de allmarketing, les invito a que conozcan esta novela en la red, y hoy toca a un servidor narrar el capítulo 13, un número muy cabalístico por cierto. Espero les guste y más, que se interesen por esta apasionante historia, que lo más fantástico de todo es que es escrita sin guiones, preestablecidos, o líneas, sólo con el poder de la imaginación.

Capítulos anteriores: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 ,11 , 12

Capítulo 13 "Eugenia, ¿qué haces tú aquí?

Dice una maldición china “ojalá te toquen vivir tiempos interesantes” y vaya que se ha cumplido. En medio de una contienda electoral, uno de los candidatos más fuertes, un prominente político es asesinado, y justo en su casa. ¡Qué ironía! Y justo por su sobrino, a quien visitaba constantemente en el hospital neurosiquiátrico. Pero la moneda estaba echada. Apenas hoy por la mañana recibí la orden de parte del mismísimo dueño del periódico en la cual me decía que debía yo de cubrir al candidato del partido oficial Don Teodoro. ¡Vaya! Después de poco más de 10 años, no había cubierto a un personaje de ese calibre. Hace 10 años mi último trabajo de este tipo fue la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio, todavía siento su sangre caliente rebotando sobre mi cara y el impresionante ruido del obturador accionado sobre la cien del candidato. Y la canción de “La Culebra” a todo volumen. Las mujeres llorando, los niños pisoteados por una masa de personas que corrían despavoridas y un grupo de hombres sosteniendo a alguien a quien, por lo menos a mi, nunca me quedó claro de quién se trataba. 10 años y todavía tengo pesadillas. Qué maldita suerte, con un ¡carajo! Hoy nuevamente me toca a un candidato asesinado.

Ya tenía varios días cubriendo las notas del partido, fue hasta hoy que me llegó de tajo la nueva encomienda. Sin embargo el hecho trágico de hace diez años me dio la oportunidad de adentrarme en el periodismo policiaco. A Don Teodoro, ja, persona muy respetada, a él se le debe la frase de: “la pobreza en el bolsillo, genera pobreza intelectual”. Y logró amasar una fortuna muy escandalosa. Escandalosa porque viniendo de rancho nadie se ha podido explicar cómo llegó a esos niveles, aunque se corren numerosos rumores, todos infundados. Claro que su familia era parte de los grandes hacendados que tuvieron su asiento en el país por más de 50 años. Pero eso ya no lo es todo, muchas de esas haciendas están hoy en ruinas, abandonadas, sus hijos, muchos de ellos, emigraron a las grandes ciudades, y mantuvieron las haciendas como casas de campo, sólo para fines de semana. Y se dedicaron a los grandes negocios. El dinero llama al dinero.

Desde hacía tiempo me llamó la atención que Juventino, sobrino de Don Teodoro asesinara a sus padres y más que Don Teodoro, siendo una persona recia, con gesto adusto y semblante de pocos amigos, tuviera una constante preocupación por aquel loquito. Nunca me tragué esa historia de que él, el gran político, tenía que hacerse cargo de su “sangre”. Y mira ahora, la sangre, mató a su propia sangre. Pero esa inquietud me llevó a investigar cuál era la verdadera conexión entre el sobrino y el tío. Justo hace dos semanas, recibí una llamada telefónica, era de una señorita llamada Lucero. Al principio no le di importancia, pensaba que era una más de aquellas que hacen todo por llamar la atención. Siempre dudé que tuviera algo que ver con Don Teodoro, después de algunos días pidiendo referencias quedó comprobada su relación con Don Teodoro. En una de esas llamadas me pidió que la encontrara en una tienda departamental, que tenía algo muy importante que decirme. Que se trataba sobre un asunto que podría poner fin a la carrera de Don Teodoro.

Acudí a la cita, un complejo comercial de esos que están de moda. La vi, y la fui siguiendo, supe leer sus intenciones de que no quería que se supiera que se reuniría conmigo. Creo que la estaban siguiendo. En una de esas fingí amarrarme los zapatos y logré meterme por debajo de un aparador lleno de ropa, con la parte central hueca. Ella lo notó y se acercó para escoger una que otra prenda, gracias a la incomodísima postura que tenía pude notar sus uñas rojas recién pintadas, Lucero es de esas tipas de sociedad, o de aparente sociedad, que siempre, por arte de magia, amanecen pintadas, arregladas, incluso con las uñas recién trabajadas, tan recién trabajadas que dejó una que otra prenda embarrada de pequeños toques de color rojo intenso, un rojo tan intenso como el color de sus labios. Y empezó a hablar. Y me dijo que no grabara nada, que si lo hacía mejor nos despidiéramos, notas las que quisiera, pero nada de grabadoras. Acepté y escuché con sumo cuidado.

Don Teodoro, el prominente político, aquel que actuaría con mano de hierro para acabar con la corrupción y el narcotráfico que inundan el país, está coludito con las grandes bandas internacionales del crimen organizado. Me quedé helado. Inmediatamente dudé de su veracidad, una persona que ha logrado tener los más altos puestos en el gobierno, que ha solucionado los grandes conflictos, que ha sido el gran negociador, a pesar de su carácter fuerte y cara adusta, simplemente no puede ser.

Inmediatamente sentí las ganas de irme de ahí, sin embargo, a través de la ropa pude ver la cara de desesperación de Lucero, fue cuando supe que sus palabras tenían un cierto velo de verdad. Y seguí escuchando. Don Teodoro asesinó a su propio hermano, Agustín, porque temía que él lo desenmascarara, un día Agustín encontró unos falsos movimientos de compras realizadas a países africanos, en donde dichas mercancías nunca llegaron a las bodegas, y también había descubierto embarques en donde supuestamente se estaban exportando granos para siembra y en realidad estaban sacando miles de costales de semillas de amapola, modificadas genéticamente rumbo a Centroamérica. Esa era la noticia que sin duda hundiría a Don Teodoro. Pero ¿Quién tiene la prueba de ello? Insistí sigilosamente, ella en medio de su prisa, pues uno de sus guardaespaldas había notado que había permanecido mucho tiempo con el anaquel de ropa, la presionaba para retirarse, me dijo que sí, había alguien quien tenía ese secreto, pero luego hablaríamos en una segunda oportunidad. Me quedé en medio de vestidos de gala, y estolas, esperando a que Lucero y su guardaespaldas se perdieran entre la multitud. Salí del centro comercial y me fui directamente a casa.

Estando conduciendo por la avenida principal, decidí comprarme un café, pues tenía en la boca un amargo sabor de incredulidad, al bajar de mi auto noté que alguien me estaba siguiendo. No lo dudé ni por un instante, justo cuando estaba a punto de bajarme del auto sentí la imperiosa necesidad de brincar al otro asiento, recibí el impacto de un Ford LTD que sacudió violentamente mi auto dándose a la fuga. Acomodé mis lentes e inmediatamente decidí seguir aquel auto. Esto no puede estar sucediendo, me repetía constantemente mientras ambos autos nos pasábamos los altos. Las calles parecían pequeñas, estuve persiguiendo al aquel auto hasta que ya no pude más. Un trailer bloqueó mi camino y fue ese instante cuando supe que quien podía tener la respuesta sobre éste accidente o mejor dicho intento de asesinato, y sobre la verdadera cara de Don Teodoro era su sobrino.

Al día siguiente me levanté con una pesadez tremenda, me puse a revisar mi buzón de llamadas que no lo había hecho la noche anterior, esperando que estuviera alguna noticia sobre ella, que hacía tiempo no veía y que más que extrañarla, ya la necesitaba. Algunos recados de mis interminables deudas, otras más del periódico, pero nada, de ella no tenía noticias. Siendo ella psiquiatra, o mejor dicho, directora de un famoso hospital neurosiquiátrico, creo que fue la única que me llegó a entender, y vaya de qué manera, esperé ese día armarme de valor para llamarla, lamentablemente siempre me levanto con ese objetivo, que nunca logro cumplir.

Me asomé por la ventana, todavía en ropa interior y vi mi auto. ¡Con un maldito carajo! Ya casi había olvidado lo del choque de anoche… todo mundo va a pensar que estaba borracho de nuevo. En fin, salí y llegué a la redacción, 7.30 de la mañana, y me puse como meta hacer las llamadas necesarias, pues era importante saber cómo ponerme en contacto con el sobrino, pero antes fui a la bodega del periódico y me puse a investigar todo lo relacionado con el asesinato de sus padres, o mejor dicho, por el homicidio. Así como armar un archivo completo sobre Don Teodoro y Agustín, los dos hermanos. Fue durante esas 6 horas encerrado donde descubrí que Eduardo, el otro candidato, y los dos hermanos tenían una vieja relación: los tres nacieron en la misma localidad, y por alguna extraña razón, Eduardo parecía siempre estar en una posición contraria a Don Teodoro, si Don Teodoro hablaba de blanco, Eduardo lo hacía de Negro. Creo que esa animadversión la han tenido desde niños, no me extrañaría que hayan crecido siendo completamente yuxtapuestos.

Hice algunas llamadas durante los dos días siguientes consiguiendo el nombre y la dirección del hospital neurosiquiátrico, al por fin descubrirlo me di cuenta que era el mismo hospital el cual dirigía Eugenia, caray, para qué huir si el destino nos vuelve a encontrar… sin mencionar mi nombre y sin recurrir a ella, estuve tratando de conseguir una cita sin lograrlo. Mientras mi pesadumbres y mi constante falta a mi fuente de información asignada en el periódico me hizo recibir una que otra llamada de atención de mi jefe. Una de esas fue un citatorio directo a su oficina: ¿qué te pasa cabrón de mierda? Tienes cuatro días ausente y no tengo notas tuyas sobre el partido, en qué diablos andas metido – arremetió mi jefe – Nada que no pueda ser de interés del periódico, pero necesito mayor libertad, estoy sobre algo muy grande – le expliqué al maldito viejo-. Él, mi jefe, uno de los fundadores del periódico con más tradición en el país era una persona como le llamamos nosotros, de la vieja guardia; colmilludo hasta más no poder, codeándose con los más prominentes políticos y empresarios del país, recibiendo favores a cambio de otros favores. Fue él quien hace diez años me mandó a Lomas Taurinas, cuando ocurrió el asesinato de Luis Donaldo Colosio y fue el mismo quien me sacó de la investigación, diciéndome que era muy peligroso para mi, qué no le moviera. Eso y el intento de asesinato – otro accidente automovilístico - que sutilmente me hizo desistir sobre aquella investigación.

En fin, me dijo que a partir de hoy yo sería quien cubriría las aventuras del próximo presidente de la república: “Ya José Luis, déjate de mamadas, tratando de ser el paladín de la verdad, caray, Don Teodoro es una persona generosa y ha ayudado mucho a la libertad de expresión, muchas cosas que ha logrado el periódico, no lo hubiera hecho sin la ayuda de ese ilustre hombre: Don Teodoro”, esas fueron sus palabras exactas, antes de cerrar la puerta de su lujosa oficina, escuché que vociferaba que hiciera hasta lo imposible porque el periódico quedara bien con él y que me apresurara, pues hoy habría una cena con empresarios y debería de estar puntual para cubrir dicho evento… Bonita orden – me dije hacia mis adentros y azoté la puerta. Al salir del periódico me percaté que ya era la hora de la comida, que si quería saber qué pasaba con el sobrino, debía correr inmediatamente al hospital neurosiquiátrico, pues para llegar a ahí, y luego regresarme para acudir a la cena con Don Teodoro, no tenía mucho tiempo.

Tomé mi carro y me apresuré tomando una vía de acceso rápido. Estando en ella sentí nuevamente que alguien me seguía, aumenté la velocidad cuando de repente sentí por el retrovisor que una persona de un carro atrás del mío salía por la ventana del copiloto con un arma de fuego, metí velocidad pues empecé a escuchar disparos desde atrás por todos lados, impactando sobre mi cajuela y rompiendo mi parabrisas trasero. Estuve haciendo varias maniobras hasta que me brinqué al carril que venía en sentido contrario, ellos, mis persecutores hicieron lo mismo, pero en una esquina volví a la vía correcta, pero ellos no tuvieron la misma suerte. Chocaron con uno de los camiones del Metrobus, un nuevo sistema de transporte colectivo que se ha puesto a funcionar recientemente en el centro de la capital del país. Eso generó al menos una hora de tráfico.

Sin siquiera haber comido, y con tremendo susto, al llegar al hospital neurosiquiátrico me di cuenta que había un alboroto en el hospital. Y vi que salía un auto apresurado por la calle continua, mismo al cual no presté atención. Me dirigí sigilosamente a la recepción, la señorita encargada no estaba, se encontraba en el pasillo contiguo gritando y buscando a unos doctores, voltee el monitor y con mi mano estirada empecé a teclerar: j-u-v-e-n enter… Y salió, cuarto 234, un número de por sí fácil de recordar. Y me dirigí al cuarto aprovechando el alboroto. Al llegar vi que la puerta había sido forzada, alguien se me había adelantado, miré detenidamente la perilla y descubrir manchas de pintura roja, diminutas, como si fuera de barniz de uñas… una mujer vino a abrir la puerta, sin duda, pero ¿quién?

Estaba a punto de meterme, cuando escuché a un guardia que me gritó: “deténgase ahí”, inmediatamente corrí saltando por la ventana, cayendo sobre un toldo blanco que usan para cubrir, por fortuna, la basura. Lleno de gelatina, sopa a medio terminar y uno que otro papel del baño a medio usar, salté de un brinco y me apresuré a alcanzar mi carro. Si alguien sacó al sobrino, es porque algo realmente tremendo estaba a punto de suceder, sin más salí corriendo para ir directamente a la casa de Don Teodoro.

A diferencia de cualquiera, decidí por obvias razones no irme por la vía rápida, pues supuse que seguiría bloqueada por aquel accidente, en consecuencia me fui por la vía más tardada, pero para aquellas circunstancias, era la mejor. Aun a pesar de la hora, pues ya pasaban de las cuatro de la tarde, hora en el que el tráfico empieza a ser más pesado, sin embargo lo sentí fluido. Por un momento pensé que sería víctima de otro ataque, eso me hizo suponer que los que me siguieron hoy por la mañana, fueron los mismos que me atacaron hace una semana, cuando acudí a la cita con Lucero… un momento, ¿Lucero?...una loca idea giró en mi cabeza.

Al llegar, entré por la puerta contigua, nunca se sabe qué pasará en el frente, baje y me sacudí un poco, quitando algo de gelatina que todavía llevaba sobre mi hombro, uno nunca sabe, en casa de estos políticos siempre se debe de ir presentable. Vi la caseta de vigilancia que se encontraba sin guardia. Al instante escuché unos disparos que me hicieron apresurarme, corrí hasta el otro extremo de la casa cuando vi a Juventino, acompañado de… sí, de una mujer que no alcancé a ver exactamente de quien se trataba, pero su silueta femenina me hizo adivinar que se trataba del cuerpo de una mujer y una mano temblorosa, con un arma. Y frente de ellos, la silueta de un hombre corpulento, robusto, sin duda Don Teodoro que caía blandido por los impactos de bala, uno, dos, certeros en el pecho… voltee y ahí estaba ella, Eugenia… sólo alcancé a preguntarle ¿qué haces tú aquí? Cuando vi que unos guardias llegaron y la sostuvieron, mientras yo recibía un fuerte golpe en la cabeza quedando inconsciente, inmóvil e indefenso.

Todavía siento los impactos sonar, son idénticos a los de hace diez años, y me sigo preguntando ¿quién sería esa mujer, que ayudó a Juventino?

Toca el turno de Mark quien escribirá el capítulo 14, tu frase de enlace es "la verdad es tan poderosa que siempre la callamos".

Nota: Esta novela crece con el esfuerzo de sus participantes. Se conocen sus capítulos pasados, pero no los que están por venir. Diversas mentes de diferentes lugares tienen el encargo de producirlos. Al término de la experiencia la novela completa será publicada en Cuantos cuentos cuentan. Los links a los demás capítulos son: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 ,11 , 12, las normas, finalidad del juego, así como los participantes en el mismo, pueden encontrarse en De aquí y de allá, el blog de Fairywindy.

3 comentarios:

Iolanthe dijo...

Hola Mau!! Vaya que si està interesante la trama!! Entre por la mañana varias veces y aun no habia nada. Como salì de paseo fuè hasta ahorita que regresè que pude llegar a leer. Asì es que ahora tenemos a este nuevo personaje, el reportero. Veamos que pasa despuès.
Felicidades por tu trabajo.
Besos

Carlos de Vega dijo...

Me encanta cómo la novela, sin perder su hilo de desarrollo, pasa por diferentes ambientes según quién escribe. La cosa está que arde; estamos haciendo un gran trabajo.
Un saludo.

Atitel dijo...

Hello Mau! que interesante he? la verdad me encanto tu capitulo, es un excelente proyecto.

Seguire al pendiente de la trama.

Saludos!