domingo, noviembre 06, 2005

I was sick


DOMINGO.- Tengo prácticamente una semana que no había podido escribir nada, bueno eso de poder es un término algo subjetivo. Como mencioné anticipadamente la semana pasada tuve una gripa tremenda. Y como siempre exista una ocasión para hablar de marketing, cuando estás enfermo no es la excepción, ¿sabes cuántas personas en el país se automedican?

Más cuando eres hombre, puedo revelar sin ninguna pena que durante mi gripe no acudí al doctor ni el primer día y menos ahorita que ya voy saliendo. Mi mayor respuesta ante la gripe fue acudir a mi corta memoria y automedicarme. ¡Claro! ¿Para qué ir al doctor?

Aunque debo admitir que el primer día me paré en el consultorio del doctor de la colonia, apenas el año pasado – creo – éste mismo me había cobrado alrededor de $75 pesos la consulta. Bien, en esta nueva ocasión, tenía los precios en un pizarrón y pude ver con singular asombro que la consulta cuesta el día de hoy $190 pesos. ¡Ni loco pagaría para que me dijeran algo que ya sé!

Y así lo hice, me automediqué. El crecimiento de las diferentes opciones en México de lo que se le ha llamado: farmacias de productos intercambiables o sustituibles ha sido impresionante. En los últimos 5 años hemos visto como empresas tales como: Farmacias del Ahorro y las Farmacias del Doctor Simi han crecido de forma impactante. Una de ellas – la primera – con recetas de patente, que básicamente su secreto de negocio se ha basado en descuentos al consumidor, por medio de compra masiva de producto, abatimiento de costos, por medio de una inteligente estrategia de almacenaje y selección de medicamentos, y rápida distribución, siempre con el stock adecuado.

La segunda opción ha crecido gracias a la infinidad de productos que se fabrican siguiendo las formulas de las medicinas de patente, pero que no tienen que afrontar los costos que invirtieron los primeros laboratorios para obtener dichas formulas. Lo que se le llaman medicamentos similares. La estrategia de Simi es digna del análisis, primero para entrar en un país como el nuestro, donde la salud es algo sagrado, porque viene de lo divino, nos lo da dios, es tener a una figura de autoridad que se amigable: un personaje llamado Doctor Simi, un viejito parlanchin, juguetón, y muy bonachón que lo primero que comunica es confianza, experiencia y buena disposición. Y desde luego los precios. Bajísimos. Aunque existe el mito de que las medicinas no curan, sí representan – aunque a algunas personas no les parezca – una alternativa a aquellos doctores de la colonia que cobran $190 pesos por consulta.

La industria farmacéutica es – sin lugar a dudas – uno de los más multimillonarios negocios en México, el peligro para nuestra salud es que frente a tanto millones de personas y de dinero, no haya una secretaría de salud que pueda en verdad cuidar nuestros intereses: nuestra salud. ¿O tu qué piensas?

La vida es en sí un experimento...
Mauricio Martínez R.
mau_76@hotmail.com

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