jueves, mayo 19, 2005

Un cadaver exquisito

Realmente nunca me ha gustado estar en lugares reducidos, sin embargo, dadas las circunstancias, qué se le puede hacer. Bueno, después de todo no tengo la tapa encima mío, lo que sí puedo hacer es sacar mi brazo por la parte de arriba y tratar de tentar qué es lo que tengo a mi alrededor, sí, eso es lo que haré… mmm déjame ver, mmm es una especie de frasco, a ver, lo atraeré hacia mi para ver si puedo leer la etiqueta, caray, no veo nada, desde que los gusanos me comieron los ojos he perdido ese don divino de ver las cosas. Todavía recuerdo el desbordante amarillo de los campos de trigo o el enloquecedor resplandor de los campos de girasoles, ¡ah!, eso era vida.

Mmm tampoco puedo oloerlo, pero estando en un lugar tan reducido me imagino que se trata de algún frasquito con especies, de esas que acostumbran usar las abuelas, tomillo, clavo, azar, epazote, mmm frijoles con epazote, mi favorito. Claro, cuando estaba vivo, ahora que sólo vivo de recuerdos, me es gracioso recordar las flatulencias, jajaja. ¡Pues qué más da! Me pondré un poco aquí, y otro poco allá.

A ver, a ver ¿qué más hay por acá? Creo que hay unas hierbas, ¿será cilantro o perejil? Caray, ahora que incluso me falta el otro brazo, me pongo a pensar ¿cómo le hacían las cocineras de la fonda de doña Martha para identificar cuál era cuál? Yo nunca supe, lo que si recuerdo fue que una de ellas me dio un ramazo cuando quice robarle una manzana, en esa mano, justo la del brazo que hoy me falta. Pues pongámosle hierbitas, unas por aquí, y otras más allá.

Veamos, qué tenemos por acá, ¡una jarra! excelente, lástima que no puedo oír el golpeteo del líquido dentro del interior. Creo que las orejas fueron las primeras que desaparecieron, pero vaya que las utilicé como ninguna, siendo un brillante concertista, imagínate cuánto las utilicé, me deleité con las más grandes obras de todos aquellos maestros de las más bellas melodías. Taaaaa raaaa, raraaaaa laaaa raaaaa, taraaaa ¡Wonderfull! Bueno, vertamos el agua, ¡ah, Qué fresquerita!

Y por último, a ver qué es esto… mmm, una perilla. ¿Una perilla? ¿Qué hace una perilla aquí? ¿Qué función tendrá ésta perilla?, veamos, a la izquierda como que no da, ¡ah! Pero a la derecha si dio. Mmm no pasa nada. Pero que raro, la perilla siempre me ha dado la sensación de abrir una puerta, cuando tuve vida fue la mayor preocupación de todas, abrir las puertas: “¡señoras y señores, abran las puertas!”, siempre estás buscando, buscando, buscando y es poco lo que encuentras, tienes un enorme miedo por no lograr que las puertas se abran, el miedo es humano, muy humano, pero el fracaso es la muerte. Ja, qué ironía, ahora que estoy muerto, me preocupa el fracaso. Al final mientras estoy aquí metido en este espacio tan reducido, en donde ni mi ego cabe, ni siquiera mis grandes talentos, me quedo pensando ¿qué pensarán los que están allá afuera de mi? ¿Qué les habré dejado, que no me llevé? Es una pena no saberlo y quedarme en esta reducida soledad… lo único que sé es que aquí hace calor. La temperatura ha aumentado, ¿será que me estoy cocinando a mi mismo? Bueno, al menos espero quedar como un cadáver exquisito, o ¿no?

1 comentario:

Iolanthe dijo...

Genial!! Que buena historia!! Ahora solo espera el turno para seguir en el juego con el desarrollo de la narraciòn compartida. Cuento contigo.
Un beso con todo cariño