Ayer estando en mi casa encontré que había llegado un catálogo de esos de Office Depot. Y es muy probable que en estos momentos te estés preguntando ¿por qué Mauricio me está hablando de una cosa tan intrascendente como lo es un catálogo? Pues bien, que es una oportunidad de tener en una sola mano, o mejor dicho, en dos, una gama tan importante de productos como no lo tendrías en ninguna otra oportunidad.
¿Y qué es lo más las maravilloso de todo el asunto? Que en estos catálogos puedes ver la enorme diversidad de productos que existen, todo gracias a una cosa llamada: división del trabajo, concepto que hace que las cosas que se crean tengan una función en específico.
Sin embargo, aunque todo pudiera ser maravilloso, hay una parte negra del asunto, no todo podría ser miel sobre hojuelas, y es que para la tristeza de muchos, la gran mayoría de los productos que puedes ver en ese catálogo, son productos extranjeros. En otras palabras, la gran diversidad de productos diseñados para cumplir con una necesidad en especifico fueron ideados por alguien más, alguien más que ni siquiera es mexicano… ¿y qué pasó con eso de que somos buenos para inventar? De seguro esta aseveración fue puro invento.
El diseño de nuevos productos es la prueba de mercadotecnia por excelencia, ya que se conjugan muchas actividades que tienes que realizar y que el fallo de alguna de ellas puede repercutir en el resultado final. Primero, encontrar, o mejor dicho identificar una necesidad, que sea real, latente o que sea potencial. Luego, conocer la manera de cómo satisfacer dicha necesidad, y como estamos hablando de empresas, esta necesidad debe de ser en sí una oportunidad de negocio, la cual debe de ser medible, rentable y alcanzable.
Analizar las oportunidades que deberá tener esta idea en el mercado ¿habrá alguien que realmente lo compre o que pague algo por ello? ¿Cuanto? ¿Cuando? ¿Cada cuanto? Diseño de un prototipo y al final, pero no menor importante el diseño de una marca. Darle nombre e identidad a esa idea.
Más del 80% de las ideas que salen al mercado no regresan, fracasan. Los productos que sobreviven tienen dos objetivos: generar ventas por innovación, o sea por ventas primarias, y dos, cuando este producto encuentra la recompra, es cuando el producto ha superado la etapa primigenia y es cuando entonces sí empiezan los verdaderos retos, ya que una segunda compra implica mantener el nivel de satisfacción del producto.
Hay muchas empresas que nunca llegan al segundo nivel, se quedan sacando productos nuevos, que es una de las maneras rentables de generar dinero. Son pocas las que llegan a tener una recompra constante que les implicará mayores costos para seguir reteniendo a sus consumidores.
La vida es en sí un experimento
Mauricio Martínez R.
mau_76@hotmail.com
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